HIJOS DE PUTA, eso son. Los que en un segundo se llevan el fruto de años de trabajo, de sacrificio. Me duele por mí, y por él (la víctima directa). Porque estoy casada de ver cómo el destino se burla en nuestras caras, desde la vereda de en frente.
Escalón tras escalón me subiré a la cima. Desde allí podré observar todo el paisaje, sintiéndome gigante, omnipotente. Seré consciente esta vez: necesitaré esforzarme para lograrlo. Pero también sabré que llegará el momento de arrojarme, dejando que el viento golpee mi cara. Me mantendré satisfecha por lo que he alcanzado y tendré nuevamente ganas de escalar hacia lo más alto.